¡Vamos allá Equipo!
Nos resistíamos a tomar la decisión, nos hemos resistido un mes pero se impone mirar la situación que tenemos delante en relación a los talleres semanales.
Los grupos posibles en este momento son muy pequeños, seis personas que muchos días, por fiebres, pcr’s y otros motivos, se quedan en tres o cuatro.
Las condiciones que planteamos y ofrecemos, son fundamentales para que las relaciones que se establezcan permitan vivirse diferente entre otros y otras y, al mismo tiempo, parte de un grupo.
Cada persona que acude al taller es necesaria para los demás, su diferencia, su peculiaridad, todo lo que aporta al resto, para que exista ese equilibrio entre lo personal y lo colectivo del que siempre hablamos.
Por este motivo hemos decidido hacer un paréntesis en pintura y arcilla, no así en movimiento, que esperamos poder continuar sin paréntesis ya que el espacio lo permite.
Y lo hacemos desde el mismo lugar del que trabajamos, la “asistencia” y el cuidado.
Sabemos (ya hemos recogido algún llanto) que, a las personas que venís, os supone otra parada en vuestro juego, varios deseos de “hasta pronto” en vuestro grupo. También sabemos que sois conscientes de que, en estos momentos, no os podemos ofrecer una parte de lo que siempre habéis encontrado aquí y compartís nuestra decisión.
Dejamos también este lugar, “al lado del EME” pero tenemos ya nuevas posibilidades de “alojamiento”. Parece claro, que después de treinta años y seis traslados, la trashumancia forma parte de nuestra manera de vivir.
El nuevo lugar no tendrá la molesta columna en el taller de arcilla ni escaleras hasta la puerta del ascensor y en él cabrá, sin problemas, una silla de ruedas. Es lo que le faltaba a este lugar y es lo que buscaremos. Cerca, siempre cerca, unas calles arriba o unas calles abajo.
Cada vez que llegaba un duelo a mi vida pensaba, vale, y ¿ahora qué?. Ante las elecciones y lo inevitable, ¿Cómo se hacen los duelos?
Hasta ahora pensaba que se hacían a base de dolor y tiempo. Hoy he pensado algo un poco diferente. Es cierto que duele y seguramente es cierto también que requiere tiempo pero ahora sé que se hacen a base de agradecimiento.
Este lugar en el que hemos pasado los últimos ocho años, fue un cambio importante en nuestra vida, laboral y familiar. Han sucedido muchas cosas aquí. Solo ocho años y al mismo tiempo, muy intensos.
Muchas personas, muchas tertulias hasta las cuatro de la mañana y muchos “inventos y maneras” para poder acoger a personas que venían de lejos, a veces muy lejos. Muchas reflexiones, muchos abrazos, muchas despedidas. Cada una de vosotras, habéis dejado algo importante aquí.
Mucha vida familiar, con familia que no se sabe nunca dónde empieza y dónde acaba o, quizás no acaba y cada cual ocupa su lugar.
La vivencia de “Equipo” es enormemente intensa y “sabemos que lo sabéis”. Aún así, queremos contarlo.
Nadie ha dejado nunca de venir a los talleres o a las formaciones por un asunto económico y los agradecimientos que hemos recibido han sido enormes.
¡Es hora de repartirlos!
Alrededor estáis muchas personas, a la vuelta de la esquina o en las antípodas. Gracias a vosotras, nuestro trabajo es posible y nuestro proyecto ha podido construirse y podrá continuar. Personas que hacéis un esfuerzo por aportar y posibilitáis que otras que no pueden no tengan que renunciar, personas que no habéis aceptado devoluciones al confinarnos en marzo, personas que os ofrecéis para “lo que sea”, personas con las que compartimos conversaciones por diversas vías y hacéis posible que las reflexiones evolucionen, «asistencia técnica incondicional», en esta locura de trasformación…
Y en medio de este reparto ha sido cuando el dolor y la tristeza por este cambio se ha ido diluyendo y ha aparecido con claridad esa sensación de la que antes hablaba, que lo duelos se hacen a base de agradecimientos, a base de saberse parte de un equipo en el que cada cual colabora como puede y quiere, y el cuidado siempre está en el centro.
Mila esker Equipo
(El texto podría resultar un poco «lacrimógeno». Con la imagen va una sonrisa.)